Paseábase el rey moro
por la ciudad de Granada,
|
|
hasta la de Vivarambla
|
|
-¡Ay de mi Alhama!
|
|
Cartas le fueron venidas
|
|
que Alhama era ganada.
|
|
Las cartas echó en el fuego,
|
|
y al mensajero matara.
|
|
-¡Ay de mi Alhama!
|
|
Descabalga de una mula
|
|
y en un caballo cabalga,
|
|
por el Zacatín arriba
|
|
-¡Ay de mi Alhama!
|
|
Como en el Alhambra estuvo,
|
|
al mismo punto mandaba
|
|
que se toquen sus trompetas,
|
|
sus añafiles de plata.
|
|
Y que las cajas de guerra
|
|
apriesa toquen el arma,
|
|
porque lo oigan sus moros,
|
|
los de la Vega y Granada.
|
|
-¡Ay de mi Alhama!
|
|
Los moros, que el son oyeron,
|
|
uno a uno y dos a dos
|
|
juntado se ha gran batalla.
|
|
-¡Ay de mi Alhama!
|
|
Allí habló un moro viejo,
|
|
de esta manera hablara:
|
|
-¿Para qué nos llamas, rey?
|
|
-¡Ay de mi Alhama!
|
|
-Habéis de saber, amigos,
|
|
una nueva desdichada:
|
|
que cristianos de braveza
|
|
ya nos han ganado Alhama.
|
|
-¡Ay de mi Alhama!
|
|
Allí habló un alfaquí,
|
|
|
|
-Bien se te emplea, buen rey,
|
|
buen rey, bien se te empleara
|
|
-¡Ay de mi Alhama!
|
|
-Mataste los Bencerrajes,
|
|
que eran la flor de Granada;
|
|
cogiste los tornadizos
|
|
de Córdoba la nombrada.
|
|
-¡Ay de mi Alhama!
|
|
Por eso mereces, rey,
|
|
una pena muy doblada:
|
|
que te pierdas tú y el reino,
|
|
y aquí se pierda Granada.
|
|
-¡Ay de mi Alhama!
|